Aunque los pobladores iniciales de Cuba no pudieron conservar su lengua ni dejaron alguna obra escrita, su huella en nuestro idioma sí es bastante palpable. Huella que va mucho más allá de determinadas voces o sus derivadas como las conocidas macana, bayoya, güira, guayaba, yagua, guano, yarey…
Al respecto resulta oportuno referirse a los exhaustivos estudios realizados por el historiador y periodista de Bayamo Víctor Vega La O y por Libia Peña Roblejo, especialista del centro provincial de Granma de superación para la Cultura y el Arte. Ambos señalan que la lengua de los indocubanos era totalmente informativa y descriptiva, totémica, aglutinante y polisintética, características esenciales del Arauco.
Vega, después de muchos años de búsqueda, sentencia que el lenguaje de los indígenas utilizaba, como el de numerosos pueblos asiáticos, los monosílabos. Por lo general cada uno de éstos expresaba varias ideas o conceptos descriptivos. Su poco desarrollo en el léxico no le permitía, por regla, elaborar definiciones concretas de objetos, necesitaban una descripción o comparación.
Los estudios lingüísticos sobre los indocubanos también han sido escasos y muchos de ellos “han pecado de facilismo, tratando de igualar sus términos con palabras del español. Se ha dicho, por ejemplo, que el “gua” aborigen significa agua, pero eso es sumamente discutible.
Para Víctor Vega, autor de un diccionario inédito de términos taínos o indios, si se quiere llegar a las definiciones sobre cada palabra de nuestros primeros antepasados, se debe realizar un estudio comparado: si Jaba significa llevar (ja) dentro (ba) y Cocuyo: Ojos (Co) Verdes (Cu) Brillan o brillantes (Yo), entonces Cuba equivale a algo así como Verde (Cu) dentro (ba) o Tierra de verdor, concepto aplicable a nuestra ínsula –y mucho más en aquella época.
De esos estudios se ha llegado a analizar que bibijagua equivale a “pequeñas cosas lleva dentro”, guano a “árbol con manos”, ceiba a “blanda dentro” y totí a “pájaro negro”.
Toda esa explicación del lenguaje es necesaria para entender la historia y el presente. Es justamente en los pobladores de Las Tunas, Granma y Holguín en los que se hace más visible esa manera descriptiva e informativa de expresarse, como también resulta peculiar la forma de entonar la lengua, con cierta musicalidad, diferente a otras regiones del país, musicalidad que se le debe obviamente a los naturales antillanos.
Nadie –ni historiadores ni lingüistas- debe perder de vista que muchos de los términos usados en la región del Cauto tienen cuna india: tubonuco (azul se asienta cerca del ojo), nacío (cosa dura está ahí), sabana (pocos árboles dentro), ñata (no hecha), manía (no gusta al indio), areíto (mejor paso del indio en la noche) y otros con significados no traducidos al Arauco: hayaca, sobaco, cutara, macana, fututo, jigüe, caguayo, entre otros.
En otra cuerda está la toponimia de la región: allí como en otras latitudes de nuestro país, los nombres aborígenes, que designan características de los lugares (algo válido para interpretar la historia), abundan.
Solo en la provincia de Granma se han reportado unos 45 de estos nombres: Guacanayabo, Yara, Bayamo, Babatuaba, Babiney, Cupaynicú, Maboa, Macanacú, Jatía, Mabay, Jagua, Casibacoa, Cupey…
Además, aún en el lenguaje tropológico de la región se aprecia esa sombra indígena. Frases como “Te comiste la guayaba”, comunes aquí merecen su interpretación. Maquetaure Guayaba, según dicen los especialistas, era el dios de los muertos, de los asusentes; y las guayabas eran los alimentos predilectos de las opías: los muertos.
Otras expresiones que requieren una interpretación lingüístico-histórica son: “Estás hecho una jicotea” o “ese cerdo está managuaco”. En el primer caso se refiere no al quelonio sino al concepto aborigen de jicotea, que anda con la cabeza y el cuerpo lentos. En el segundo, el término “managuaco” expresa más o menos “tiene el hocico y las patas manchadas de blanco”.
Esa manera de referirse a determinados fenómenos o hechos, de usar símiles y tropos, está en la psicología de los bayameses y sus vecinos aunque –dicho está- la mayoría de ellos no tienen conciencia que eso se debe a sus ancestros.
¿INDIOS PUROS?
Aunque es imposible encontrar hoy indígenas puros, en algunas de las regiones mencionadas viven individuos con rasgos aindiados, que conservan tradiciones y costumbres de sus antepasados, mucho más que el común de la población, aunque éstos sí poseen conciencia de su pasado aborigen.
En nuestro trabajo de campo en la zona aledaña a Jiguaní, en los caseríos de La Seca, Santa Cruz, Palmarito, Cañadón, Monte Alto y la Seiba (con S) habitan personas que hablan con orgullo de sus antecesores primitivos.
“En el patio de las casas en que he vivido nunca ha faltado un caney y siempre hemos tenido afición por la hayaca, plato elaborado a partir del maíz”, me confesó hace varios años Mercedes Quesada, pobladora de Jiguaní.
Según varios historiadores en esa comarca y sus alrededores está presente un fenómeno peculiar: familias enteras como los Ferrales, Rivero, Reyes, Quesada, Anaya, Aguilera, Aguilar, Andino –todas con rasgos aborígenes- se entrecruzaron entre sí hasta una cuarta generación, dando lugar a grupos muy parecidos racialmente. Hoy, incluso, descendientes de éstas parecen indios “puros”, cosa de la que, con razón, se vanaglorian.
Ellos han aprendido, primero que muchos, que la huella de taínos y siboneyes late fuertemente. Y no en abstractas teorías sino en el corazón mismo de la identidad nacional.
Algunas voces aborígenes:
Casabe, caimán, yuca, boniato, guano, cocuyo, bayoya, caguayo, c(s)eiba, majagua, jicotea, iguana, manatí, taíno, bato, siboney, indio, jaba, guayabaza, bibijagua, totí, bohío,sabana, areíto, yarey, canoa, tabaco, hamaca, cacao, biajaca, manjuarí, ají, biajaiba, jaiba, mamey, cayo, yagruma,cutara, bohío.
Ajiaco: plato elaborado con carne y viandas.
Atauto: candela.
Coa: palo con punta utilizado para labrar la tierra.
Tubonuco: Morado cerca del ojo.
Jobo: planta. También una clase de mango.
Macana: palo grueso para asestar golpes.
Tranca: palo para cerrar y asegurar las puertas de los bohíos.
Jigüe: enano de piel oscura que vive cerca de los ríos, cuyo aspecto causa temor.
Cagüeiro: que se transforma en animal, sobre todo en perro.
Fotuto: Instrumento que se usa como corneta.
Hato: porción de tierra.
Butaca: asiento ancho y cómodo.
Sauco: planta de propiedades oftalmológicas.
Sao: monte
Hayaca: tamal.
Cutara: tipo de calzado; en muchas regiones de Cuba chancleta.
Nacío: tumor o grano
Manía: Echada a perder.
Sarandico: loco. También se aplica a los trompos de los niños que brincan demasiado.
Batey: patio amplio de los bohíos o casas de campo.
Cacique: el mejor en algún aspecto de la vida, el que más manda.
Ñata: nariz chata.
Sobaco: axila.
Guanaja: boba, infeliz.
Guao: planta que provoca hinchazón y purito.
Guamo: especie de caracol.
Caguairán: planta de contextura muy dura. De ahí nace la frase “eres peor que el caguairán”, refiriéndose a la tacañería.
Osviel, te coozco porque eres vecino mío de Cautillo, Me ha impresionado mucho en tema, además en estos momentos lo voy a utilizar para mis clase
En la isla de Aruba y Puerto Rico no hay nativos americanos puros pero una parte importante de la población tiene descendencia indigena
El unico pais del caribe con tainos puros y mezclado es republica dominica existen puros unos 1200
Buen trabajo, Osviel; saludos a todos los hermanos de Santiago de Cuba. Un abrazo.
Me parece bueno el trabajo. Se trata de un tema que salta a la vista, tanto de los que aquí nacimos y vivimos como de los que nos visitan.
Por cierto, hace unos días conversé con un viejo colega matancero que participaba en un evento científico por estos lares y uno de los temas que trató con mayor énfasis fue este al que te refieres, sobre todo el detalle de la belleza de nuestras mujeres, algo que no es nuevo.
Se ha hablado de que las mayores cercanías a nuestra población aborigen se encuentra en zonas de Guantánamo, pero yo estoy convencido de que esa situación está muy marcada precisamente en tierras granmenses. Basta sólo con salir a la calle y hacer una observación rápida de las personas que vemos, las que hacen la cola de una tienda, las que suben a una guagua… y nos daremos cuenta de que nuestros ancestros están más cerca de lo que nos imaginamos.
Conversé con la profesora Libia Peña (yo siempre le he conocido como Silvia) quien en la Casa de la Nacionalidad cubana realizó investigaciones sobre el tema de la herencia que nos dejaron los Aruacos y creo que seria algo importante seguir investigando sobre estos temas tan poco conocidos.
Recuerdo también que por los años 90 del pasado siglo, cuando trabajaba en la Academia de Ciencias, culminó el Atlas etnográfico de Cuba, y Granma ocupó un lugar protagónico en dicho Atlas.
Creo que nada que tenga que ver sobre el rescate de nuestras raices históricas nos debe ser ajeno.
Mis saludos.
David.