Ver aquello me rompió el alma en varios pedazos. Era un niño de unos 11 años que, esperando la consulta junto a su padre, hacía las cosas más tremendas que uno pueda imaginar.
Gritaba, escupía, lloraba, se quitaba los zapatos… mordía. Su progenitor tuvo que llevárselo para una esquina ante la mirada curiosa de decenas de personas que aguardaban su turno para distintos galenos. (más…)