Cuentan que el mismísimo Máximo Gómez Báez llegó al hospital de San Diego del Chorrillo, en territorio del actual Camagüey, a conocer una mujer gallarda, quien lo mismo curaba con agilidad heridos que disparaba su fusil en la manigua.
Y narran que el Generalísimo, al verla, le dijo con admiración: “Yo he venido con mis ayudantes expresamente para conocerte; de nombre ya no hay quien no te conozca por tus nobles acciones y los servicios que le prestas a la patria”.
Pero ella, con la mayor humildad del mundo, replicó: “No general, yo hago bien poca cosa por la patria. ¿Cómo no voy a cuidar de mis hermanos que pelean?, ¡pobrecitos! Ahí vienen luego que da grima verlos, con cada herida y con cada llaga, ¡y con más hambre General!; yo cumplo con mi deber y de aquí no me saca nadie porque yo aquí no tengo a ningún majá; ¡el que se cura se va a su batalla y andandito”. (más…)