No sé si fue un mango a destiempo o unas ciruelas sin madurar, lo cierto es que en estos días resulté víctima de una ingesta; o para decirlo en el argot más popular: de un empacho tremendo.
Dolores estomacales, diarreas, dolores de cabeza, malestar generalizado y falta de apetito fueron los síntomas; aunque ahora, como ha pasado el tiempo, pueda que haya olvidado alguno.
Pero no escribo hoy para contarles de mis males que me sacaron durante varias fechas de circulación, sino para comentar sobre ese personaje imprescindible en esta era, que no pueden eludir ateos ni creyentes: el sobador de empachos, aquel que elimina las “bolas pegadas” en nuestro aparato digestivo. (más…)
Read Full Post »