III Clásico Mundial: Ganó el mejor… ¿y nosotros?…

Me acosté a las 00:00 horas de la madrugada viendo el último juego del III Clásico Mundial de Béisbol y la brillante victoria de la República Dominicana. Esta vez no hubo casualidades, como pasó en otras ocasiones en que el equipo que había paseado la distancia a lo largo del torneo, perdía aventajado por un rival que lo merecía menos. Pueden preguntarle  a los coreanos su experiencia en el primer clásico,  cuando, después de dos victorias ante Japón, fueron sorprendidos por ese propio conjunto y ni siquiera llegaron a la discusión del título.

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Sobarse el empacho

No sé si fue un mango a destiempo o unas ciruelas sin madurar, lo cierto es que en estos días resulté víctima de una ingesta; o para decirlo en el argot más popular: de un empacho tremendo.

Dolores estomacales, diarreas, dolores de cabeza, malestar generalizado y falta de apetito fueron los síntomas; aunque ahora, como ha pasado el tiempo, pueda que haya olvidado alguno.

Pero no escribo hoy para contarles de mis males que me sacaron durante varias fechas de circulación, sino para comentar sobre ese personaje imprescindible en esta era, que no pueden eludir ateos ni creyentes: el sobador de empachos, aquel que elimina las “bolas pegadas” en nuestro aparato digestivo.

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Palabras que no se deben botar

 

Hoy vengo a escribir sobre las palabras de aquel jueves, en el que la capital parecía reventar de júbilo, sobre algunas frases de aquella noche apoteósica porque conservan todavía, después de tanto tiempo, la advertencia suprema para las fechas futuras.

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Cosas que pasaron y no se publicaron

La risa nunca ha faltado en las delegaciones cubanas. (Foto tomada de Cubadebate)

Son tantas las experiencias simpáticas o llamativas a lo largo de  los anteriores 16  Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes que bien pudieran recogerse en la misma cantidad de libros. Lo digo hoy, en los fragores de la cita de Sudáfrica, que se extenderá hasta el 21 de diciembre, para  descorchar algunos de los recuerdos no publicados de esas congregaciones.

“El cubano la hace donde quiera y eso ha pasado también en los festivales”, me dijo hace varios años Luis Virelles Barreda, delegado a la reunión planetaria de Moscú, en 1985, y hoy primer secretario del Partido en Granma.

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El dinero y los mortales

Hoy quiero empezar este post hablando de un amigo que cumple contrato de trabajo en el extranjero. Él me escribe con descomunal nostalgia por las almendras que ha dejado en Cuba.

«Es del carajo la separación de la familia, de la tierra, de la gente de uno», subraya en buen cubano. Y luego añade con realismo: «De verdad te digo que el dinero es bueno, pero no hay palacio como la casa de familia, como ya dijo quien todo lo dijo».

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Papagayos

«No quería terminar mi intervención sin antes traer aquí unas memorables palabras de Periquito Loro cuando en la II reunión nacional de perfeccionamiento de cotorras y especies repetidoras dijo —y cito—: “La memorización impresiona en la reunión…”».

Cualquiera pudiera sonreír con la lectura de este párrafo que, lógicamente, he inventado. Sin embargo, esa supuesta ficción lingüística dibuja un vicio nada cómico y sí demasiado grave que nos azota en estos días en Cuba con cierta frecuencia: la repetición mecánica de frases de cualquier tipo.

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Campana de La Demajagua: robo y rescate de una reliquia

Hace 63 años –noviembre de 1947- Cuba entera se estremeció por un suceso relacionado con la campana que llamara a los cubanos por primera vez a la lucha en La Demajagua: la reliquia resultó robada de la Universidad de La Habana.

Fidel Castro y un grupo de estudiantes con la campana de La Demajagua, en 1947

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La grandeza de Víctor Montero

Sería imposible que esta página, dedicada a Bayamo y a Cuba, existiera sin hablar de él. Me refiero a Víctor Montero, un hombre que fue profesor, barbero, telegrafista, narrador deportivo, locutor, traductor…  con una  historia multifacética, ligada a José Martí, a Fidel Castro y a varias figuras de la cultura nacional.

Tiene ya 90 años (nació el 2 de junio de 1920) y a medida que pasa el tiempo se hace más legendario.

Fue él quien, por azar, presentó a Fidel hace 51 años en Bayamo. Lo hizo “tiritando”, una noche de enero en la que el sonido espumoso de la multitud fue tal que llegó a parecer “oración colectiva, un verdadero rugido”.

Ese acontecimiento bastaba para hacerlo eje de una historia. Pero Víctor Montero Mendoza desborda con mucho a aquel orgulloso presentador de ocasión. Es nieto por vía paterna de Amelia Montero, una de las 12 muchachas que cantaron el Himno Nacional en la Iglesia Mayor de Bayamo, el 8 de noviembre de 1868.

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